Comunicar lo que sentimos

Desde que nacemos hasta aproximadamente los 18 meses de edad, los humanos vamos de manera paulatina incorporando el lenguaje a nuestro día a día, para ese momento de nuestra vida, el lenguaje se constituye básicamente en señalar e imitar, somos seres comunicativos y cooperativos por naturaleza.

Con forme nuestro proceso evolutivo va tomando curso vamos aprendiendo el sencillo pero a veces complejo proceso de comunicarnos, el emisor que quiere comunicar se esfuerza por hacer llegar su mensaje y por su lado el receptor hace todo por comprender.

Los seres humanos tenemos la capacidad de comunicar incluso cuando no pronunciamos una tan sola palabra, siempre estamos transmitiendo información a nuestro alrededor, a través de nuestra presencia corporal, nuestro aspecto físico, nuestro modo de vestir, nuestra postura, nuestro silencio.

Nuestro lenguaje corporal puede llegar a tener un impacto mucho más fuerte en el receptor que las palabras más específicas que queramos utilizar para hacernos entender, llamar la atención y conseguir algo en particular. A través de nuestros ojos podemos captar muchísima información de otra persona y ahí radica el potencial el lenguaje corporal.

A nivel de las partes del cuerpo nuestro rostro tiene una gran capacidad expresiva, nuestros ojos y nuestra sonrisa tienen mucho poder, pueden hacer llegar mensajes por un lado positivos en una primera intención o sentenciar contundentemente lo contrario.

Si nuestro lenguaje corporal no está uniformado con lo que con palabras expresamos sencillamente estamos enviando un mensaje confuso a nuestro destinatario o receptor, somos cuerpo y mente y de esa cuenta el lenguaje corporal refleja la realidad misma de ser humanos, transmitimos ideas a través de las palabras, pero nuestro cuerpo siempre expresará el bienestar o malestar que sentimos.

La intención de este artículo es  sacarle el mayor provecho a nuestra capacidad de comunicar, que siempre podamos mostrarnos asertivos, positivos, por complicado que sea el momento o circunstancia, al final de cuentas, somos lo que decidimos ser, la felicidad es una decisión, no una condición.

Con el paso del tiempo he aprendido que nuestro rostro siempre reflejará nuestra condición de salud y ánimo por eso es importante tener en cuenta algunos consejos básicos sobre lo que debemos evitar hacer para que nuestro rostro no comunique erróneamente algo.

 

Llevarnos las manos a la cara puede comunicar pensamientos negativos, desconfianza e inseguridad, tocar nuestra boca puede transmitir que queremos ocultar algo y tocarnos la nariz puede dar la sensación de que estamos mintiendo.

Mirar siempre a los ojos de las personas, de frente, enfocando nuestra vista arriba de la nariz, entre ceja y ceja nos permitirá adquirir mejor seguridad para interactuar con la otra persona, tener un contacto visual siempre comunicará que tenemos interés, siempre una persona que mira a los ojos de su interlocutor comunica seguridad.

Pero ojo, que una mirada demasiado acentuada o contínua, puede también comunicar que estamos molestos o que algo nos enfadó, seguramente no nos damos cuenta por la premura con la vivimos, pero nuestras pupilas cambian de tamaño en la medida que lo que vemos nos gusta, de esa cuenta se dilatarán si nos agrada algo que vemos y se harán más pequeñas si algo nos incomoda.

Sin duda la sonrisa es el signo universal para comunicar algo positivo, cuanto más sonreímos más demostramos y comunicamos que somos felices, debemos aprender a sonreír, aunque no seamos felices, estudios recientes indican que las personas que sonríen, aunque en ese instante no se sientan felices, pueden llegar a ser aún más felices.

Sonriamos y hagamos que se noten las arrugas alrededor de nuestros ojos, esa es la verdadera sonrisa, que nuestras mejillas se eleven y nuestros ojos se entrecierren, así es la sonrisa natural, por el contrario, si solo tiramos la boca, la otra persona sabrá que estamos fingiendo sonreír.

Nuestros brazos, así como nuestras manos son un gran soporte en nuestra comunicación, debemos aprender a evitar crear barreras de comunicación con nuestros brazos, cruzarlos puede darnos comodidad y tranquilidad, pero para algunos nos puede hacer ver como críticos o autosuficientes.

En general, cruzar los brazos siempre implica algún signo de inseguridad de ahí que lo que inconscientemente buscamos es proteger nuestro cuerpo al cruzarlos, la enseñanza es sencilla, siempre que nos sentimos en un lugar cómodo y seguro como en una reunión con amigos, nunca estaremos todos con los brazos cruzados, ahí no queremos tener barreras que impidan que se acerquen a nosotros.

Finalmente hablemos de nuestras manos, estás están ligadas directamente con el habla, por eso constantemente las usamos para apoyar nuestros mensajes, consciente o inconscientemente.

Si nos cuesta hablar el público o en una reunión con el equipo de trabajo, mostremos las palmas de las manos, comunicaremos honestidad con este gesto.

Evitemos llevar las manos a nuestro bolsillo hombres o mujeres, comunicamos desinterés con este gesto en una conversación.

Entrelazar los dedos de las manos, puede en algún momento comunicar seguridad para muchos, pero la realidad es que es todo lo contrario, denota nerviosismo, ansiedad y negatividad, si nos cuesta dominar este punto, procuremos siempre tener algo que sujetar, un lápiz, lapicero o marcador nos pueden hacer la diferencia.

Por el contrario, las puntas de nuestros dedos unidas formando un triángulo, siempre comunica liderazgo y seguridad, pero puede llegar a confundirse con arrogancia. Si hacemos el triángulo hacia arriba es porque estamos hablando, si es hacía abajo es porque estamos escuchando.


 

Francisco G. Arrecis

Comunicador social con  experiencia en periodismo y comunicación estratégica.